ARQUITECTUTA FANTASMA
Lynne Cohen – Thomas Weinberger – Bert Danckaert – Yehuda Altmann
FOTOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA EN TORNO AL ESPACIO Y A LA ARQUITECTURA
Colaboración: Galería Nusser & Baumgart Contemporary. Múnich
27 de febrero – 29 de marzo 2008
Inauguración: Miércoles 27 de febrero 2008, 20.00 h.
Bert Danckaert, Simple Present, 2007
Tras numerosas exposiciones individuales, la exposición Arquitectura fantasma supone la primera exposición colectiva de espaivisor – Galería Visor en su nuevo espacio. Una muestra donde se crea un diálogo entre artistas de la propia galería (Lynne Cohen y Bert Danckaert) y artistas de la galería Nusser & Baumgart Contemporary de Múnich (Thomas Weinberger y Yehuda Altmann).
Arquitectura fantasma intenta revisar la fotografía documental arquitectónica/espacio desde una óptica contemporánea, tanto conceptual como técnicamente; conjugando diferentes formas de interpretar el espacio donde vivimos. A través del medio fotográfico cada uno de estos cuatro artistas realizan un peculiar estudio de lugares heterogéneos habitados por el ser humano y desiertos ante el ojo del espectador. Así, cada uno de ellos muestra una manera de documentar nuestro entorno -interior o exterior- haciéndonos pensar sobre los espacios que incombustiblemente construimos y constantemente transformamos. Sus diferentes formas de evidenciar nuestro entorno dotan a estos cuatro proyectos de una visión irónica, metafórica, reflexiva e espiritual respectivamente de nuestro medio.
La primera apuesta es una de nuestras artistas más representativas, Lynne Cohen (1944, Wisconsin, EEUU; reside en Ottawa, Canadá), quien ya ha expuesto individualmente en Visor en repetidas ocasiones. El trabajo de Cohen discurre siempre por “paisajes interiores” como: clases donde se realizan prácticas de tiro u otras técnicas militares de ataque o defensa, simuladores de vuelo, salas de recepción, balnearios, salas de espera, spas, oficinas y laboratorios en los que, según ella misma dice, “sólo hay un lugar desde el cuál hacer la fotografía, como si un par de huellas de papel estuvieran pegadas en el suelo para indicar el punto desde donde encuadrar la imagen”. Sus sorprendentes interiores -en blanco y negro- se transforman así en una tierra de nadie entendida como un “no lugar” (un espacio en crisis, de puro tránsito, sin dueño ni pobladores) en el que echamos en falta la presencia humana y donde lo más relevante son las ausencias que gritan bajo un silencio aplastante. La frialdad y distanciamiento de sus composiciones pueden ser vistas como un espacio de reflexión, aparentemente neutral, desde donde extraer conclusiones o, al menos, plantear dudas e interrogantes. Sin embargo, Cohen siempre deja un hueco al guiño y a la complicidad con el espectador, utilizando toques humorísticos e irónicos en unas imágenes que de otra forma podrían acusar una excesiva frialdad debido a su acusado anonimato y descontextualización respecto a su entorno. Por el contrario, nuestro reto como espectadores consiste en “leer” sus fotos, encontrar lo que no se ve en ellas y entrar imaginariamente dentro de esos espacios en los que Lynne admite con ironía que “no sabría donde colocar a la gente, si tuviera que hacerlo”.
A diferencia de Cohen, Thomas Weinberger (1964, Múnich, Alemania) documenta siempre exteriores, pero dando mayor importancia al desarrollo técnico de las imágenes a color. En su trabajo, Weinberger se sirve de dos técnicas genuinas de la fotografía: la exposición por tiempo prolongado y la doble exposición. La primera borra toda huella de vida de la imagen, ya que los prolongados plazos de exposición tienden a eliminar todo rastro humano. A esta práctica se le suma la doble exposición, que en este caso a su vez es también una “doble iluminación”: una toma de día y otra de noche, superpuestas magistralmente de forma digital. El efecto de la luz natural del día mezclada con la luz artificial de la noche, produce una nueva valoración cromática, envolviéndolo todo en un extraño gris brillante que contribuye a la gran artificialidad de la imagen resultante. Lo que seduce a Weinberger parecen ser los exteriores: caminos, arquitectura industrial, instalaciones ferroviarias, calles desiertas y paisajes lejanos. Espacios descontextualizados que no parecen pertenecer a nadie; creados, en principio, para ser poblados y que, sin embargo, nos dan la sensación de no servir para nada ni para nadie. En este sentido, su técnica unifica escenarios muy dispares entre sí, creando paisajes insólitos que parecen haber sido abducidos por un fenómeno sobrenatural. El espacio se transforma en el principal protagonista, adquiriendo presencia metafórica en la propia ausencia animada, convirtiéndose en personaje, o en objeto, o en escenografía vista a través de una ventana.
Por otra parte, Bert Danckaert (1965, Amberes, Bélgica) captura los residuos de la actividad humana, siempre en exteriores, sin presentar la figura humana. En el caso de Danckaert, las construcciones registradas se plantean como si de un “objeto-encontrado” se tratase, interpretando el entorno urbano como si fuesen “naturalezas muertas”. Sus imágenes pueden ser interpretadas como un nítido y humorístico laboratorio donde la mezcla entre lo artificial y lo banal es omnipresente. Danckaert se centra principalmente en los espacios abiertos de los nuevos suburbios, generando imágenes con un fuerte carácter claustrofóbico. Las aparentes puestas en escena capturadas son tan cerradas dentro del marco de la imagen que parece como si no existiese ni entrada ni salida. Sus composiciones a color, tan bien equilibradas, al ser combinadas con la árida banalidad de sus temas, hacen que sus imágenes se enmarquen dentro de un significado existencial pudiendo ser definido como absurdo. Todo un espacio donde poder reflexionar.
Y por último, las fotografías de Yehuda Altmann (1964, Lachish, Israel; reside entre Paris y Feldafing) representan lugares sin gente, o como mucho zonas donde se puede reconocer la sombra de algún personaje solitario. La patina de la historia miente de un modo palpable sobre la inconfundible superficie de las imágenes viradas en sepia. Las habitaciones, pasillos, detalles arquitectónicos o muebles, indican la presencia/ausencia de gente o acontecimientos con un halo o velo de incertidumbre que lo cubre todo. Las imágenes de Altmann niegan la grandiosidad, el espectáculo visual de nuestro mundo, dirigiendo la atención del espectador hacia lo más esencial y puro. Sus fotografías exploran situaciones espaciales específicas como pasillos o túneles; o fragmentos arquitectónicos más o menos reconocibles, aumentando nuestra percepción y ampliando la relación inconsciente entre: el espacio, la imagen y el detalle. Como él dice: “I photograph places of historic significance. I seek out the point of convergence between the visual and the descriptive in terms of knowledge and information. I highlight the visual communication between the historical presentation, which gives the subject its importance, and the spatial presentation, which gives it its identity.”
En definitiva, y como el propio título de la exposición indica, Arquitectura fantasma recopila cuatro posturas sobre la fotografía que registra la arquitectura, diferenciadas entre sí pero con un denominador común: dar una vuelta más a la ya tan trillada fotografía documental arquitectónica.
Mira Bernabeu